miércoles, 1 de agosto de 2012

Más allá de la facilidad


En la actualidad se valora la facilidad y se cree que, como su nombre lo indica, facilita la vida al disminuir la cantidad de esfuerzo que el hombre debe emplear para realizar cualquier actividad. Pero esta es una creencia equivoca; porque la facilidad disminuye en el hombre la capacidad de reaccionar e investigar, convirtiéndolo en un ser conformista, resignado y ensimismado.

Es cierto que lo fácil atrae, aunque con el tiempo hastía.

Pese a esto, el hombre, lleno de inseguridades y miedos, prefiere el hastío a enfrentase a las dificultades propias de la realidad. Opta por aceptar verdades, absteniéndose de cuestionar y se rehúsa a luchar en pro de sus propios ideales, suprimiendo su voz para convertirse en parte de una mayoría, que a su vez lo respalde.

Sin embargo, en contra del pensamiento facilista. La prioridad de la investigación es cuestionarlo todo y no dar nada por sentado, ni mucho menos creer en verdades absolutas. Plantea que todo cuanto se ha dicho y escrito puede ser refutado.

El hombre ante esto, preso del escepticismo y sin esperanzas, asume que todo aquel capaz de cuestionar y refutar una “verdad” es malo y dañino para el orden natural de la sociedad. No se concibe la posibilidad de cambio. Ejemplo de esto, es que a lo largo de la historia aquellos que, como Copérnico y Galileo, se han atrevido a desafiar lo que se considera como verdad, han sido perseguidos y juzgados.

Así, el ser humano que teme incluso de sí mismo, rechaza por completo la diferencia.

Buscando sobrevivir el hombre se centra en su propio yo, es egoísta y ruin, desprecia al otro por ser diferente y se acepta a sí mismo solo en cuanto es capaz de adaptarse a lo que su comunidad considera como “normal”. Cuestionar esta normalidad no es una opción y es allí donde está el error.
Cuestionarse es parte de evolucionar. El hombre debe persistir en la búsqueda del mejoramiento constante, planteándose siempre nuevos ideales; entendiendo que en el mundo priman las diferencias y que la perfección, la felicidad y las verdades absolutas no existen.

El mundo no era como lo conocemos hoy y mañana tampoco será igual.

Solo retomando la curiosidad, la capacidad de interrogar y la pasión por el descubrimiento, se logrará recuperar la excitante inestabilidad de la luchar por un mundo mejor, en el que la premisa sea la insistente pregunta de ¿Qué más puedo hacer?...   




Realizado a partir de: Elogio a la dificultad - Estanislao Zuleta  

No hay comentarios:

Publicar un comentario